C’est là qu’ont s’est connu
Moi qui criait famine
Et toi qui posais nue
La bohème, la bohème
Charles Aznavour
Todo aquel
que haya fantaseado alguna vez con ser artista, en cualquiera de sus formas,
como pintor, fotógrafo o poeta, ha soñado con el estereotipo del bohemio
vividor, con poco que llevarse a la boca, pero una vida libre de ataduras.
Hasta el 5
de Mayo, la Fundación Mapfre nos ofrece en su sala del Paseo de Recoletos un
recorrido por la visión que artistas tuvieron de la vida nómada de los gitanos,
y como la libertad que reflejaba esta etnia influenció la vida de los artistas
de las primeras décadas del siglo XX.
El
recorrido comienza con el siglo XVIII y el gitano enfrentado a la sociedad
“civilizada”, su relación con los estratos más altos de la sociedad, que los
requieren como quiromantes o echadores de cartas. Es en este siglo donde más se
explota la relación entre el gitano y la naturaleza, su verdadero hogar, sin
paredes que le retengan, un buen ejemplo es el cuadro de Teniers Paisaje con
cueva y un grupo de gitanos.
El XIX se
sumerge en la sensualidad y sexualidad de la gitana, que, enfrentada con la
mujer encorsetada en la sociedad, se permite mostrar su cuerpo, bailar sola y
hechizar así a los hombres hasta la locura, como hace Carmen en la ópera de Bizet.
La gitana de ojos profundos mantiene una belleza casi animal, sin artificios,
es esencia pura de mujer y tema frecuente en las artes.
El Deseo. Theodor von Holst |
Es en este mismo siglo
en el que el artista quiere romper vínculos con la sociedad, se convierten en
idealistas que defenderán causas de rebeldía e independencia. Si Delacroix es
el pintor que mejor publicitó la Revolución Francesa, Goya ya había hecho lo
propio retratando los desastres de la guerra. Comprende el artista entonces que
el arte va más allá de la estética. Pintores y poetas dejan de ser mero
espectador y testigo del mundo, para realmente involucrarse en él.
Aun
cobrando por los retratos a la sociedad burguesa decimonónica, el pintor
recupera el autorretrato, y el artista se convierte en el nuevo gitano, un paria
que busca a sus musas en los prostíbulos de Montmartre y los salones de baile.
Un hombre que no busca un lugar, sino que se hace parte del entorno, que vive
con poco, pero busca vivir libre, sin reglas, sin arrepentimientos.
Autorretrato. Atribuido a Delacroix. |
Pintores y poetas (más tarde se unirán también
los fotógrafos) se reúnen en los cafés de París, comparten sus penurias, pero
hacen apología de su modo de vida. El artista se ha convertido en tema propio
de la pintura. Baudelaire, Rimbaud o el compositor Eric Satie serán retratados repetidas
veces como exponentes de esa nueva forma de vida, la vida bohemia, que
alcanzará la fama finalmente cuando Puccini le dedique una ópera.
El Bohemio de Montmartre / Erik Satie. Ramón Casas |
Las
pinturas de las bailarinas de Toulouse-Lautrec
o las calles de Montmatre pintadas por Van Gogh serán una influencia definitiva
en los pintores de la Barcelona de principio de siglo donde Pere Romeu ideará Els Quatre Gats, parada de modernistas como Ramon Casas, Fortuny,
Anglada Camarasa o Rubén Darío, y más tarde, de artistas como Picasso, que
pronto probará la vida bohemia parisina, que convertirá a la capital francesa
en refugio de artistas y cuna de las vanguardias antes de que, en los años
cincuenta, Nueva York se imponga como sede del arte mundial, y pintores y
escritores cambien Montmartre por el Village, los cafés mugrientos por las
reuniones con las grandes fortunas americanas, y el Vals de Mussetta por los
ritmos del jazz.
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