jueves, 28 de enero de 2016

Restobar Saporem: Déjate la fuerza de voluntad en casa

 
 
Enero es el mes de los buenos propósitos. Comenzar a hacer ejercicio, rebajar el consumo de alcohol y ponerse a dieta son los más comunes. Yo lo sé bien porque ya he fracasado...en los tres. No me disculparé por lo del ejercicio; mi cuerpo no está diseñado para el esfuerzo físico, pero lo de el alcohol y la comida si tiene un culpable ajeno a mí, y se llama Saporem.

En pleno barrio de las letras madrileño, está este local que incita a comer y beber de lujo con la mejor relación calidad-precio de la zona. Y allí se dirigió Mi Madrid Me Mima ayer miércoles para disfrutar de S_Cub y su carta de cócteles.

Saporem es un local que ilumina la normalmente oscura calle de Ventura de la Vega a través de sus ventanales por los que se filtra la cálida luz de sus centelleantes bombillas de techo. Ya desde fuera te invita a echar un vistazo a su interior impecablemente decorado en madera, paredes empapeladas con periódicos, mesas sobrias contrastando con sillas de colores y vigas metálicas vistas. Saporem tiene además un coqueto patio interior que permanece cubierto en las noches frías o lluviosas, pero que se abre al cielo en cuando el buen tiempo lo permite. Allí nos dirigieron anoche, donde nos esperaba música, comida y copas.
 


 
Prometí portarme bien y solo pedir una copa de vino blanco. Observando desde un rincón a toda esa gente guapa me dije que ser bueno merecería la pena, pero entonces el local liberó sus cantos de sirena en forma de simpatiquísimos camareros con bandejas de quesos, pero lo mejor aún estaba por llegar. Poco después las bandejas se convirtieron en cata de algunos de sus exquisitos entrantes.

Las chips de berenjena con miel son para enloquecer el gusto. Cortadas en láminas tan finas como una patata frita, son crujientes al morder y la miel no empapa la pulpa, así que no resulta nada empalagosa. Las croquetas de morcilla y plátano...en fin, si no hay nada que le siente mejor a la morcilla que el dulce, el sabor del plátano maduro es directamente su complemento ideal. En cuanto a las rellenas de gambón, solo diré que me arrepiento de no haber cazado más que una. Pero deliciosa hasta poner los ojos en blanco era la pizza Saporem: una finísima y crujiente masa sobre la que descansan los champiñones, la calabaza y la trufa con el ligero amargor de un ramillete de canónigos.


 
Pero la razón para estar allí eran los cócteles, así que las delicias anteriores sirvieron de esponja para la degustación de sus nuevas mezclas que se desmarcan de los combinados de siempre. En este sentido, Saporem y su S_Club nos propone unos cócteles que poder disfrutar antes, mientras o después del almuerzo, acompañando su apetecible carta de comida o como copa para alargar la cena. Así que dejemos el mojito a un lado y permitámonos disfrutar de sabores nuevos, y si no nos atrevemos a elegir, S_Club nos ofrece las opciones más adecuadas para cada momento.

Yin Yan fue sin duda mi favorito. Una combinación de ginebra, lima, pepino, bíter de apio y chile habanero. Sigue teniendo un sabor fresco y cítrico, pero el habanero deja un rastro picante delicioso. The Classic mezcla aperol, brandy de cereza, pomelo y biter cítrico, mientras que el Old Fashion añade naranja y angostura a una base de ron añejo. En los tres casos se trata de sabores muy refrescantes, y por eso en S_Club nos los recomiendan para el aperitivo.

Para la comida, el Bonsai, compuesto por bíter floral, romero, limón y vodka, o el Red Julep, con whisky irlandés, frutos rojos, hierbabuena, pomelo y bíter old fashion, son los mejores acompañantes para cualquier plato del menú.

En la sobremesa buscamos relajarnos tras la comida y alargar la ocasión entre conversaciones y risas. Los cócteles se vuelven más dulzones. Quién iba a imaginar que la mantequilla combinaría tan bien con la lima, el tequila y la cerveza de jengibre en el Madame Cuervo. El Passion tiene algo de ponche al mezclar clara de huevo con licor de fruta de la pasión, gin cítrico, lima e hibisco. Y aquellos con gustos más clásicos pueden decantarse por el Snow, donde esta se mezcla con naranja, licor de almendra y bíter naranja. Si te has quedado con hambre, combina estos cócteles con uno de los deliciosos postres del Saporem, como la copa de crema mascarpone con fresas y galleta Oreo, un vicio para los golosos.


 
Saporem no es un restaurante de paso al que entrar con prisas, sus opciones de comida y bebida invitan a sentarse con calma y disfrutar despacito de cada bocado y cada sorbo con un trato por parte de su personal que hará que te sientas mimado.

Os lo aseguro; así da gusto romper propósitos.

domingo, 17 de enero de 2016

Cuando un coliseo es el primero en decirte hola

El río, la carretera, el estadio
Foto: J.Pablo Cózar


Para un madrileño de nacimiento debe ser muy difícil citar a bote pronto su primer recuerdo de Madrid. Para los que somos de fuera suele ser algo más sencillo, es difícil olvidar la primera vez que llegas a esta ciudad. Desconozco como será aquel recuerdo para aquellos que llegaron por primera vez en tren o en avión, o por cualquiera de las otras carreteras que no son la Nacional IV, pero para muchos de los que venimos de Andalucía occidental el recuerdo está claro: la M-30 a su paso por el estadio Vicente Calderón. Y uno podría pensar que habla la nostalgia de aquel niño noventero que se asombraba con esos coliseos modernos que son los estadios de fútbol, pero si casualmente oyes en cualquier plazuela de Jerez a unos chavales hablando de su primera visita a Madrid, inevitablemente alguno grita aquello de «pasar por debajo del Calderón» sin tener ni idea siquiera de que es Arganzuela.

Por aquellos azares del destino resulta que la M-30 es solo unos años más joven que el estadio del Atlético de Madrid, por lo que su matrimonio queda atado hasta que la muerte, o la Peineta, los separe, pero eso es otra historia. Desde los años 70, aquellos que entran por primera vez por el nudo sur se lo encuentran de golpe, como algo inesperado. Quizá hoy en día con tanto rascacielo tardío, hijo del concubinato de ex alcaldes y empresarios de la construcción ya no impacte tanto, pero ese túnel queda en la retina del que no lo va buscando.

Y sorprende porque casi nadie viene a Madrid solo con la intención de ver ese estadio, pero a los que venimos del sur fue lo primero que nos dio la bienvenida. Y no tiene que ver nada con filias o fobias deportivas, tiene que ver con la memoria y el primer recuerdo de una ciudad que luego, con los años y el conocerla, tanto nos ha dado a algunos.